En esta entrada quiero invitarlos a la presentación en el GBA de la revista Propuesta Marxista con charla debate que se realizara el 9/9 en la Universidad Nacional de Quilmes (Roque Sáenz Peña 352, Bernal, Buenos Aires).
“Es cierto que el arma de la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, que el poder material tiene que derrocarse con el poder material, pero también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se apodera de las masas”. En torno a la Crítica de la Filosofía del Derecho – Karl Marx
22 agosto 2017
10 agosto 2017
Congreso Internacional en el 200 aniversario del nacimiento de Karl Marx
CALL FOR PAPERS
CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA
Congreso Internacional en el 200 aniversario del nacimiento de
Karl Marx
Bilbao, 1-3 de marzo de 2018
Departamento de Ciencia Política y de la Administración, Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU)
La crítica de la economía política no ha muerto. Como ciencia histórica y social, por un lado, estudia las relaciones que se establecen bajo la expansión del capitalismo a nivel mundial.
Su objeto tiene, por tanto, un carácter procesual y contingente. Como crítica del poder, por el otro, analiza la acumulación del capital, su dinámica y sus crisis, y aspira a ser el “más implacable misil que se haya lanzado nunca contra la cabeza de los burgueses” –en palabras del propio Marx. Una pretensión cuya legitimidad bien puede ser puesta en entredicho, pero cuyo potencial, cuyas consecuencias para la práctica y la organización políticas están aún por descubrir.
La obra de Karl Marx (1818-1883) trata de dar una respuesta científica y crítica a estas y otras cuestiones de nuestro tiempo, pero deja abierta la pregunta por el porvenir de la sociedad burguesa. En el segundo aniversario de su nacimiento, el Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), con la colaboración del grupo de investigación Parte Hartuz y de la fundación Betiko, organiza un congreso internacional dedicado al estudio y la discusión de la recepción de la obra de Marx y su influencia para la teoría revolucionaria.
Se aceptan propuestas de comunicaciones relativas a cualquiera de los siguientes temas:
1. Vida y obra de Marx
2. Historia de la recepción de su obra
3. La Crítica de la Economía Política: ¿una ciencia social?
4. Acumulación primitiva: pasado y presente
5. El modelo de acumulación actual: su dinámica y sus límites
6. Acerca de la (o las) crisis
7. Los antagonismos del siglo XXI
8. La teoría revolucionaria
9. Marxismo y feminismo
10. Marxismo y ecología
11. Marxismo y cuestión nacional
12. El Marxismo y la construcción de la Comuna
Condiciones
Las presentaciones pueden ser realizadas en euskera, castellano, inglés o francés. Todos los resúmenes deben estar redactados tanto en la lengua empleada para la presentación como en inglés.
Los resúmenes tendrán una extensión máxima de entre 250 y 300 palabras, incluirán
1) título, 2) autor(es) y 3) universidad o centro de investigación, y serán enviados por correo electrónico a la siguiente dirección:
ekonomiapolitikoarenkritika@ehu.eus
Comité organizador (provisional)
Iñaki Barcena Hinojal; Pedro Ibarra Güell; Pablo Sánchez León; Mikel Angulo;
Josu Mota; Andrea Bartolo; Eki Etxebarria; Jon Kortazar; Jon Bernat Zubiri
Fecha límite de recepción de propuestas: 15 de octubre de 2017
Notificación de admisión de propuestas: 1 de noviembre de 2017
Fecha límite de recepción de comunicaciones: 15 de enero de 2018
Más información:
08 julio 2017
Marxismo y la "segunda independencia"
El próximo domingo, 9 de julio, se cumplirán
201 años de la declaración de la independencia argentina. A raíz de una conmemoración más de esta fecha, se
multiplican desde el nacionalismo progre-izquierdista hasta la izquierda radical
marxista, los llamados a luchar por una “segunda independencia”. El
argumento central es que Argentina hoy está sometida a un dominio de tipo
colonial (algunos grupos hablan de semicolonia, otros de neocolonia). En este
amplio espectro de pensamiento existen, por supuesto, algunos matices y
diferencias. Los militantes y organizaciones de izquierda (trotskistas,
guevaristas, maoístas, entre otras) manifiestan que hay una doble explotación:
la del país de conjunto y la explotación de la clase obrera por el capital. Y
que la explotación nacional se mantuvo desde que Argentina se conformó como
nación formalmente independiente, es decir, antes de 1816 hasta la actualidad.
Por su lado el nacionalismo burgués o pequeño burgués, en cambio, no enuncia
palabra alguna de la explotación de la clase obrera, y por otra parte, y
mayoritariamente, afirma que el dominio colonial fue interrumpido entre 1946 y
1955, con los gobiernos de Perón; y entre 2003 y 2015, con los gobiernos de los
Kirchner.
En cualquier caso, y por sobre las diferencias de enfoques históricos, el punto de partida es que en Argentina hoy está esbozada la tarea histórica de lograr la segunda independencia. Según esta concepción, estaríamos más o menos como antes del 9 de julio de 1816.
En cualquier caso, y por sobre las diferencias de enfoques históricos, el punto de partida es que en Argentina hoy está esbozada la tarea histórica de lograr la segunda independencia. Según esta concepción, estaríamos más o menos como antes del 9 de julio de 1816.
En futuras notas del blog argumentare con
más detalle -reanalizando una tesis que viene de Lenin, y que muy fue
desarrollada en Argentina por diversos grupos, al menos desde los años 1960 -
por qué observo que la demanda de una segunda independencia no tiene rumbo en
la actualidad. Analizo algunos pasajes que sintetizan la posición. En primer
lugar, sobre la noción de liberación nacional.
Sobre la liberación nacional
“El significado de la demanda de liberación
nacional deriva de la naturaleza de la relación colonial o semicolonial, ya que
se trata de obtener el derecho a la autodeterminación política y ‘a la
existencia de un Estado separado’ (Lenin, 1916).
“Por ende, es una demanda
democrático-burguesa, del mismo tenor que otras reivindicaciones democráticas;
por ejemplo, el derecho al voto, o al divorcio. La autodeterminación constituye
un derecho formal, pero de consecuencias económicas, ya que la constitución de
un Estado independiente termina con el pillaje y el robo del país sometido por
medios extraeconómicos. Por eso también, la autodeterminación genera mejores
condiciones para el desarrollo capitalista”(Lenin, 1916, las negrita son mías).
Un país que deja de ser colonia, o semicolonia,
y se constituye como Estado autónomo pasa así al estatus de ‘dependiente’.
Esto implica que el Estado tiene jurisdicción sobre su territorio: ‘En el
momento en que una colonia ha luchado y conquistado su independencia política,
se constituye nuevamente en una formación social propia’ (Sonntag p. 151 las negritas son mías).
Sonntag sustenta que después de la independencia se continúa acumulando capital
para la economía dominante (o las economías dominantes), pero también ‘debe
iniciarse un proceso de acumulación interna y de reproducción ampliada de
capital que tenga como objetivo el sustentamiento y la expansión interna de las
formaciones sociales creadas, incluso cuando sea muy bajo su volumen’ (pp.
151-2)”.
Los pasajes que acabamos de exponer referidos
son el folleto de Lenin “El imperialismo fase superior del
capitalismo” y “Hacia una teoría política del
capitalismo periférico” de Sonntag. Que recomendamos su lectura
minuciosa a fin de que el lector saque sus propias conclusiones.
Dependencia económica y agitación
Pero la liberación nacional no elimina la
dependencia económica:
“Sin embargo, la autodeterminación nacional no
elimina –ni puede hacerlo- la dependencia económica, que en el enfoque de
Lenin, está asociada al predominio del capital financiero, y no puede
desaparecer en tanto haya capitalismo” (véase Lenin 1916). Por tanto, la
superación de la dependencia económica de un país atrasado es extralimitado lo
que puede lograr una revolución nacional burguesa y democrática, o
anti-imperialista. En fin, acabar con la dependencia no puede
plantearse como tarea nacional burguesa y democrática. Por ejemplo, y
siempre según el enfoque de Lenin, que coloca como ejemplo el caso de Noruega,
al independizarse de Suecia, había alcanzado su liberación nacional, esto es,
el derecho formal a ser un Estado independiente. Sin embargo, desde el punto de
vista económico, continuaba siendo dependiente, y esto no podía ser de otra
manera en tanto perdure el sistema capitalista. “Ninguna medida política
puede prohibir un fenómeno económico’ observa Lenin. Noruega, Polonia y otros
países atrasados podían acceder a la independencia política, pero esto no
cortaría la dependencia del capital financiero. ‘La independencia de Noruega,
lograda en 1905, fue solo política. No podía afectar su dependencia económica,
ni era su intención” (Lenin 1916). Subrayaba que ‘la autodeterminación
concierne sólo a lo político’, y no tenía sentido siquiera hablar de la
imposibilidad de la autodeterminación económica’.
¿Puede plantearse una relación colonial?
Con respecto al caso específico que nos compete
la independencia de Argentina, las
políticas desarrolladas por su clase burguesa dirigente, no se pueden sujetar
con el esquema “relación colonial”.
“…en el caso de Argentina, se puede sostener
que desde su organización nacional más o menos definitiva, en 1880, las
políticas económicas y sociales no fueron impuestas por potencias extranjeras,
ocupaciones militares o gobiernos instalados por ellas. A lo largo de la
historia los gobiernos argentinos adoptaron muchas medidas que serían
impensables dentro de una relación colonial, o semicolonial. Como botones de
muestra, recordemos que en 1973 Argentina estableció relaciones comerciales con
Cuba, la Unión Soviética y Polonia, y obligó a las multinacionales
estadounidenses, a participar en ese comercio, contra los deseos de Washington;
más tarde, la dictadura militar exportó trigo a la URSS, a pesar de la
oposición de EEUU; en 1982 Argentina ocupó militarmente Malvinas; ese mismo año
el país entró en cesación de pagos de su deuda; en 2001, defaulteó; desde 2005
el gobierno argentino se ha negado a realizar los informes anuales para el FMI;
también en años recientes Argentina reconoció a Palestina como ‘Estado libre e
independiente’, contra la posición de EEUU; actualmente el gobierno sigue sin
regularizar su deuda con el Club de París; y negocia con China y otros países
según sus conveniencias. Cualquiera de estas medidas era inconcebible en una
semicolonia como lo era China de los años 1910”.
Bases empíricas de la dependencia
Con respecto a esto, es necesario señalar que
la misma dinámica del desarrollo capitalista genera las bases materiales para
las políticas de los países dependientes, no coloniales como sostiene la mayoría
de la izquierda:
“A medida que los países se fueron liberando
del dominio colonial y semicolonial –América Latina en el siglo XIX, la mayor
parte de Asia y África en la segunda posguerra, y hasta los años 1970- se
generalizó el modo de producción capitalista, y con él la participación de las
burguesías de los países atrasados en el manejo de “sus” Estados. En
consecuencia, las medidas económicas de estos gobiernos se deciden de manera
creciente teniendo en cuenta la situación competitiva en que se encuentran los
capitales locales y de qué manera pueden avanzar sus intereses, en el marco de
relaciones económicamente desiguales. Esto comprende incluso a países cuyas
luchas fueron ejemplos del combate antiimperialista y anticolonial. Por
ejemplo, hasta 1975, el gobierno de Vietnam del Sur era un títere del
imperialismo estadounidense, y por lo tanto podía considerarse que el país era
una variante de semicolonia. Después de 1975, y con el triunfo sobre EEUU,
Vietnam se unifica bajo el nuevo gobierno revolucionario. Pues bien, y contra
lo que muchos esperaban (o esperábamos), en 1976 el gobierno vietnamita pidió
el ingreso del país al Fondo Monetario Internacional y al Banco Asiático de
Desarrollo, y aprobó leyes para fomentar las inversiones extranjeras. Pero no
se trató de una imposición colonial, sino de la decisión de un país
políticamente independiente. (…)
… el gobierno argentino de Cristina Kirchner
está procurando atraer inversiones chinas, y no por ello es “lacayo” del
imperialismo chino. Como tampoco lo es de Estados Unidos, aunque cierre
acuerdos con Chevron, acate las sentencias del CIADI y negocie la deuda con el
Club de París”.
Todo esto por supuesto no niega que existen
presiones políticas y diplomáticas de los Estados más poderosos, y de los
capitales internacionales, sobre los gobiernos de los países más débiles:
“En este punto, y a diferencia del planteo de
Lenin, diría que esa dependencia económica no está asociada exclusivamente a la
existencia del capital financiero internacional, sino al conjunto del capital
–las grandes transnacionales abarcan también la industria, el comercio, la agricultura-
y a la estructura desigual del modo de producción capitalista mundial.
Naturalmente, los capitales más avanzados científica y tecnológicamente, y con
mayor poder comercial y financiero, ejercen presión sobre los capitales más
débiles; y los Estados nacionales más fuertes, asociados a esos capitales
avanzados, tienen un poder de presión incomparablemente mayor que los Estados
de los países atrasados. Por eso, así como EEUU presiona a los países
latinoamericanos, Brasil hace lo propio con Paraguay y Bolivia (recordemos los
conflictos en torno a Itaipú, o por los precios que paga Petrobrás a Bolivia);
y también Argentina con Paraguay y Bolivia; o con Uruguay. Pero esto no
significa que existan relaciones de tipo semicolonial entre estos países. Por
ejemplo, Argentina presiona a Uruguay por la construcción del puerto de aguas
profundas que alienta el gobierno de Mujica, sin que ello implique que Uruguay
sea semicolonia argentina. Estas presiones derivan del modo de producción
capitalista, y son ineludibles en tanto exista la propiedad privada y el
mercado mundial”. (…)
Pensar que un país capitalista puede abstraerse
de las relaciones económicas o modificar esta dinámica objetiva. La dependencia
económica de los países atrasados con respecto a las grandes potencias no se
puede eliminar con la liberación nacional como sostienen algunos, que atañe solo
a lo político. Esta es una dependencia que está asociada al desarrollo
internacional dispar de las fuerzas productivas. Por eso, un programa
socialista que plantee esta salida sería reaccionario (en el sentido del atraso
de la ciencia y la tecnología) si propusiera desarrollos autárquicos, y basados
en los particularismos nacionales. Una “liberación nacional” tipo a
lo Corea del Norte no es “liberación” en ningún sentido podría ser
progresista que mejorara las condiciones
de vida de las masas trabajadoras, ni de las condiciones para acabar con toda
forma de explotación capitalista, que es lo que en definitiva nos importa a los
socialistas.
Explotación del país y clase obrera
Para finalizar en lo referente a la explotación
sostenemos que no tiene sentido afirmar que Argentina es explotada por el
imperialismo, (es decir. el conjunto de sus habitantes) no es el país son los
trabajadores los explotados, esto es producto de la relación capitalista
dominante: En esta explotación participan tanto los capitales nativos y foráneos
como socios, según sus capacidades relativas.
Por solo nombrar a los explotadores, que tienen
nombre y apellido estos son en Argentina los grupos Socma, Techint, Lázaro
Báez, Bulgheroni, Clarín, Macro, Arcor, Pescarmona, Grobo y semejantes, no son los
explotados, sino explotadores. Algo similar ocurre con los grandes grupos
económicos mexicanos, chilenos, malayos, chinos o indios. Estos pueden estar
asociados con capitales extranjeros, sean financieros, comerciales o
productivos, pero no por ello están colonizados. Lo mismo se puede decir de los
inversores argentinos (o de cualquier otro país dependiente) que realizan
inversiones directas en otros países, o colocan fondos en los grandes centros
financieros del mundo.
En conclusión, lo que plantea hoy la izquierda nacionalista
burguesa y pequeña burguesa, nacional marxista o radical. Creemos que la tarea prioritaria
debería partir de la liberación social de los explotados por el capital. La
consigna tan levantada hoy sobre la “segunda independencia” solo nos
empuja a la conciliación de clases y al nacionalismo de todo tipo.
Bibliografía:
Lenin (2008) Buenos Aires “El imperialismo
fase superior del capitalismo” Ed. El libertador
SONNTAG Heinz RUDOLF “Hacia una teoría
política del capitalismo” www.revistas.unam.mx/index.php/pde/article/download/44663/40320
Astarita, Rolando 2014 “Lenin, sobre
dependencia y liberación nacional (1), (2), (3)”
_
02 julio 2017
Sobre el regreso de Cristina Kirchner
Cristina
volvió a la escena política nacional, y con su regreso sepultó los
pronósticos sobre la desaparición inmediata del kirchnerismo. Lo cual debe ser
analizada minuciosamente por los que adherimos al socialismo científico,
tenemos la obligación de analizar los hechos, no solo nuestros deseos. Nos guste
o no, el kirchnerismo y Cristina siguen siendo actores principales en el
escenario político nacional. Competirá en las próximas PASOS como senadora por
la provincia de Buenos Aires, en un frente conformado que la tiene como figura
política “Frente Unidad Ciudadana” con aliados como Compromiso Federal,
del gobernador de San Luis Alberto Rodríguez Saá, Frente Grande, del intendente
de Ensenada Mario Secco, Kolina, de la
gobernadora de Santa Cruz Alicia Kirchner (cuñada de la exmandataria), Nuevo
Encuentro, de Martín Sabbatella, y el Partido de la Victoria, de Aldo San
Pedro. Este frente competirá por fuera del PJ, en una maniobra pensada para
evitar la interna con el exministro K de Transporte Florencio Randazzo, que lo
tendrá como competidor en las PASO al intendente de José C. Paz Mario Ishii.
Quedó excluido, además, el jefe de MILES Luis D’Elía. Como vemos nada nuevo
solo se quiere maquillar a sus candidatos de “estar preocupados por los males
sociales”. De un lado, la solidez del consenso en torno a la necesidad del
ajuste, que llevó a la alianza Cambiemos
a ganar la presidencia. Los golpes sobre la clase trabajadora han sido muy
fuertes, sin que se observe por el momento ninguna acción contundente de parte
de los afectados (sin desconocer por cierto, las luchas locales). El gobierno
de Macri avanzó en un terreno abonado por la fragmentación y el individualismo,
y por una depresión económica iniciado en 2011.
La cuestión política fundamental es el
ajuste, después de octubre. La política económica del macrismo es una ofensiva
a fondo sobre los derechos de los trabajadores, para restablecer de esta manera
la tasa de ganancia de los empresarios. En tiempos de crisis se diluye la
ilusión del Estado “Somos todos” y aparece el Leviatán de la burguesía en todo
su esplendor. Los políticos burgueses, cuyo oficio consiste en diseñar
vestiduras para cubrir las desnudeces del Estado, se ponen nerviosos, no saben
muy bien qué hacer. Los rezongos de Carrió, de Massa, etc., disimulan apenas el
consenso general en torno al ajuste.
Con el correr de los días, la desnudez
burguesa de cambiemos comienza a generar descontento. Las centrales obreras y
los sindicatos, defensores consecuentes del orden burgués, dan señales de que
tienen que hacer algo para calmar la bronca de muchos trabajadores, tanto de
los que sufren en carne propia los despidos como de aquellos que ven cómo se
evaporan sus salarios con la inflación. Pero tampoco pasan del terreno de la
queja, pues ellos también comparten el consenso en torno al ajuste.
Cristina Kirchner es, en esta coyuntura
política, la oposición políticamente correcta al “neoliberalismo”; más claro,
la oposición ornamental que todo gobierno precisa para mantener el entusiasmo
de sus partidarios sin que se note demasiado que defiende los intereses
egoístas de una clase especifica de la sociedad. Parafraseando a Lenin, Macri
puede afirmar que “El macrismo es la etapa superior del kirchnerismo”.
La dirigencia comandada por Cristina es
incapaz de luchar contra el ajuste en curso, en el caso de Santa Cruz lo demuestra,
aunque sea en el terreno de las reivindicaciones económicas más elementales
(despidos, reducción de salarios, etc.). Si algo caracterizo a Cristina durante
su carrera política fue una actitud de menosprecio, hacia las demandas obreras
elementales (el ejemplo más claro es su crítica a los docentes durante el discurso de apertura en el Congreso en 2012).
El kirchnerismo llegó al gobierno con el objetivo de restablecer la confianza
en las instituciones capitalistas erosionada por la crisis de 2001; ello lo
obligó a realizar concesiones a los trabajadores y demás sectores populares.
Pero Cristina jamás se sintió cómoda con las cuestiones obreras.
En la coyuntura actual, donde los trabajadores
sufren el peso principal de la ofensiva de la crisis capitalista, Cristina ha
permanecido callada ante las decenas de miles de despidos y el empeoramiento de
las condiciones laborales.
La historia reciente del kirchnerismo lo
coloca en mala posición para enfrentar el ajuste. Cristina asumió su segunda
presidencia en 2011 e intentó durante los primeros meses imponer la “sintonía
fina”, una política económica dirigida a implementar una versión moderada del
ajuste de las tarifas de los servicios públicos. La política frente a la deuda
externa del kirchnerismo consistió en pagar al contado todo lo que pudo (de ahí
que Cristina haya podido vanagloriarse de ser “pagadora serial” de deuda
externa) y en negociar con los acreedores para salir del default. En este
sentido, el acuerdo con el Club de París (2014), llevado a cabo por el ministro
Kicillof, puede figurar cómodamente en un ranking de negociaciones vergonzosas
con los acreedores.
El éxito de Cambiemos requiere,
paradójicamente, de la oposición del kirchnerismo. Macri necesita que Cristina
sea su “enemiga”. Sólo así podrá aglutinar detrás de sí a los sectores que
detestan al kirchnerismo. Al mismo tiempo, la presencia de Cristina como
principal dirigente de la oposición asegura que el ajuste no será cuestionado
seriamente en términos anticapitalistas.
La capacidad de movilización del
kirchnerismo es innegable, así como el liderazgo de Cristina. Pero mucho más
innegable es su papel lamentable frente al ajuste en proceso. La ausencia de
alternativas de izquierda disimula su impotencia. En definitiva, esta ausencia
representa la gran derrota de la clase trabajadora. Construir esa alternativa
anticapitalista es el gran desafío que tenemos por delante los revolucionarios.
En conclusión las crisis capitalista
mundial es evidente, y como no podía ser de otra manera afecta también a
nuestro país; la lucha por la independencia de los trabajadores de toda
política burguesa, así sea nacionalista de izquierda y vertientes burocráticas-estatistas
pequeña burguesa de toda índole, debe estar más vigente que nunca.
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