14 septiembre 2017

El caso Maldonado y la renuncia de Bullrich

Imagen relacionadaDebido a la desaparición de Santiago Maldonado. En las últimas semanas en amplios sectores de los movimientos sociales y de la izquierda. Se ha hecho hincapié en pedir la renuncia de la ministra de Seguridad de la Nación Patricia Bullrich, adjudicándola como la responsable de la desaparición del joven, el primero de agosto pasado en una represión por parte de la gendarmería en la Lof Cushamen. Dado que esta agitación es difundida por partidos que se autodenominan socialistas, en estas circunstancias es oportuno analizar el rol del Estado como órgano represivo y su papel en la lucha de clases.

Marx en La guerra civil en Francia había escrito con respecto a la comuna de París alertando a los obreros que el Estado burgués no solo sirve como “administración de los intereses de la clase dominante”. (El Manifiesto del Partido Comunista, Pág.1) sino que era una “horrible máquina de dominación de clase.” Con esto Marx planteaba que el objetivo de los socialistas no era reformarlo sino “destruirlo”. Esta concepción marxista del Estado, en la actualidad se ha perdido prácticamente en la izquierda mundial y en los movimientos sociales críticos del capitalismo. Eso explica que hoy gran parte de la izquierda lo considere como un órgano que puede ser reformado, cambiando sus dirigentes colocando a dirigentes “buenos” y quitando a los “malos”, esta tesis lleva a no ver al Estado como un aparato de opresión de una clase a otra, y lo más grave es que estas posturas derivan de partidos revolucionarios.

Ante esta posición muy arraigada en la izquierda, creemos necesario aclarar algunas posiciones referentes a la adhesión de este tipo demandas por parte de la izquierda. Algunos dirigentes de la izquierda están exigiendo la renuncia de Patricia Bullrich y del ministro de gabinete de seguridad Pablo Nocceti, así como la apertura de los informes de los gendarmes que participaron de la represión a la comunidad Mapuche de Cushamen y la formación de una comisión investigadora, independiente y con plenos poderes, que eche luz sobre cómo se armó el encubrimiento y también sobre las relación del Gobierno de con dicha fuerza represiva. Esta clase de demandas son muy comunes en la izquierda. Es que parece “lógico” que si la ministra X y el ministro Y estuvieron a la cabeza del escándalo, exijamos al gobierno  sus renuncias. Y si sospechamos que la AFI nos está vigilando, reclamemos por la apertura de sus archivos y el despido de los funcionarios involucrados en dicha causa. También parece lógico que todo esto lo haga alguna “comisión con plenos poderes”. Todo entonces es muy “lógico”…. pero en un mundo en que no existiera el poder del Estado, la lucha de clases y el dominio del capital. Es que en el mundo concreto en que vivimos, creo que estas demandas no llevan a ningún lado; y son funcionales a la propaganda que tiende a presentar todo como producto de errores de personas (políticos). Y omite mencionar que el problema no es el sistema capitalista, lo que fallan son las personas los gerencian, viene a decir el mensaje subyacente. Aquí habrían actuado mal una ministra y un jefe de gabinete de seguridad, de manera que hay que reemplazarlos; por este camino, podría llegarse a un Estado más democrático, más tolerante, etc. La cuestión está puesto en los personajes políticos.

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La renuncia como salida progresista

La idea que debemos defender todo trabajador es la opuesta a la anterior. Sostenemos que la crítica debe dirigirse al fondo del problema, porque la desaparición de Santiago Maldonado no es producto del odio personal del presidente  Macri a los jóvenes luchadores, sino el resultado de una orientación del Estado en defensa del capital y la propiedad privada. Gendarmería y el gobierno se pudieron haber equivocado en su instrumentación, y es posible que en algún momento sea reemplazada la actual ministra y su segundo, debido a su manifiesta ineptitud para dicha  tarea. Pero esa  ineptitud en la defensa de los intereses de la clase dominante; no se lo desplazará por defender al capital -y atacar a los Mapuches - sino por hacerlo mal. El cambio no modificará las cosas de alguna manera sustancial.

Destacamos que este enfoque del problema puede parecer novedoso, pero no lo es. Hubo una tradición en la izquierda que hacía eje en la denuncia y la crítica del carácter de clase del Estado (como decíamos en el segundo párrafo), y desestimaba por inconducentes las demandas centradas en el cambio de “personajes”. En este respecto quiero recordar la posición de Lenin en 1917, cuando se dio un caso que parecía habilitar la típica demanda “que renuncie el ministro”. Contextualizo el tema:
en abril de ese año se filtraron informaciones sobre tratativas secretas con los aliados del Ministro de Relaciones Exteriores, Milyukov, para continuar la guerra. Inmediatamente estallaron manifestaciones en Petrogrado; los manifestantes -entre los que había muchos bolcheviques- pedían la renuncia de Milyukov y la publicación de los acuerdos diplomáticos secretos. Como resultado de la presión, renunció el ministro, aunque los tratados no se dieron a luz. Mucha gente que estudia la Revolución Rusa pasa por alto que en ese episodio hubo una voz discordante en la izquierda. Esa voz fue la de Lenin. Contra el sentido común imperante, Lenin argumentó que un cambio de personas no hacía ninguna diferencia, y solo alimentaba falsas ilusiones. Escribía: “Todo el gobierno provisional es un gobierno de la clase capitalista. Es un asunto de clases, no de personas. Atacar personalmente a Milyukov, demandar, directa o indirectamente, su renuncia, es una comedia estúpida, ya que ningún cambio de personalidades cambiará algo en la medida en que no cambien las clases que están en el poder” (Íconos contra cañones, frases contra el capital” O. C. t. 24). Y al hacer el balance de la crisis, señalaba: “Las manifestaciones comenzaron como demostraciones de soldados bajo la consigna contradictoria, equivocada y carente de efectividad de “Abajo Milyukov”. ¡Como si el cambio de personas o grupos pudiera cambiar la sustancia de la política!” (“Lecciones de la crisis”, ídem).

Las situaciones políticas son tan distintas -en la Argentina no estamos  en curso a una revolución, como sí lo estaba en 1917 Rusia - rescato el enfoque de Lenin, desarrollado en un criterio materialista. Lo central de todo es retener que las orientaciones políticas fundamentales de los Estados y gobiernos no dependen de las personas a cargo, sino de las fuerzas políticas y sociales que los mismos expresan, y los sustentan. Son estas fuerzas las que establecen los escenarios en los que actúan los personajes. El empeño de los ideólogos del capital está puesto en disimular este hecho, y exaltar al “héroe”.

Resultado de imagen para fotos de represionSubrayo también que el reclamo de renuncia de la ministra Bullrich no me parece “neutro”, sino perjudicial. Es que no sólo plantea un objetivo que no representa progreso alguno para las libertades democráticas, sino que favorece a los que quieren hacernos creer que hoy “la lucha es por el cambio” (Dejo al lector reflexionar sobre ese “cambio”) pasa por disputarle a la derecha macrista espacios de poder. Desde el enfoque que estoy planteando, estas soluciones sólo darán lugar a cambios cosméticos. ¿O acaso alguien puede ilusionarse de que las cosas cambiarán para los desaparecidos porque en lugar de Bullrich esté otro ministro, o algún dirigente de La Cámpora? Algo similar podemos decir de la renuncia de Pablo Noceti. Todos estos funcionarios no son más que fusibles del sistema capitalista. En última instancia, cuando están muy desgastados, pueden ser reemplazados; con lo cual se salvan las apariencias de fondo, e incluso se difunde la idea de que el Gobierno y el Estado son “sensibles” a los reclamos populares. Es la vieja política de cambiar algo para que todo siga más o menos igual.