02 julio 2017

Sobre el regreso de Cristina Kirchner



Cristina  volvió a la escena política nacional, y con su regreso sepultó los pronósticos sobre la desaparición inmediata del kirchnerismo. Lo cual debe ser analizada minuciosamente por los que adherimos al socialismo científico, tenemos la obligación de analizar los hechos, no solo nuestros deseos. Nos guste o no, el kirchnerismo y Cristina siguen siendo actores principales en el escenario político nacional. Competirá en las próximas PASOS como senadora por la provincia de Buenos Aires, en un frente conformado que la tiene como figura política “Frente Unidad Ciudadana” con aliados como Compromiso Federal, del gobernador de San Luis Alberto Rodríguez Saá, Frente Grande, del intendente de Ensenada  Mario Secco, Kolina, de la gobernadora de Santa Cruz Alicia Kirchner (cuñada de la exmandataria), Nuevo Encuentro, de Martín Sabbatella, y el Partido de la Victoria, de Aldo San Pedro. Este frente competirá por fuera del PJ, en una maniobra pensada para evitar la interna con el exministro K de Transporte Florencio Randazzo, que lo tendrá como competidor en las PASO al intendente de José C. Paz Mario Ishii. Quedó excluido, además, el jefe de MILES Luis D’Elía. Como vemos nada nuevo solo se quiere maquillar a sus candidatos de “estar preocupados por los males sociales”. De un lado, la solidez del consenso en torno a la necesidad del ajuste,  que llevó a la alianza Cambiemos a ganar la presidencia. Los golpes sobre la clase trabajadora han sido muy fuertes, sin que se observe por el momento ninguna acción contundente de parte de los afectados (sin desconocer por cierto, las luchas locales). El gobierno de Macri avanzó en un terreno abonado por la fragmentación y el individualismo, y por una depresión económica iniciado en 2011.

La cuestión política fundamental es el ajuste, después de octubre. La política económica del macrismo es una ofensiva a fondo sobre los derechos de los trabajadores, para restablecer de esta manera la tasa de ganancia de los empresarios. En tiempos de crisis se diluye la ilusión del Estado “Somos todos” y aparece el Leviatán de la burguesía en todo su esplendor. Los políticos burgueses, cuyo oficio consiste en diseñar vestiduras para cubrir las desnudeces del Estado, se ponen nerviosos, no saben muy bien qué hacer. Los rezongos de Carrió, de Massa, etc., disimulan apenas el consenso general en torno al ajuste.

Con el correr de los días, la desnudez burguesa de cambiemos comienza a generar descontento. Las centrales obreras y los sindicatos, defensores consecuentes del orden burgués, dan señales de que tienen que hacer algo para calmar la bronca de muchos trabajadores, tanto de los que sufren en carne propia los despidos como de aquellos que ven cómo se evaporan sus salarios con la inflación. Pero tampoco pasan del terreno de la queja, pues ellos también comparten el consenso en torno al ajuste.

Cristina Kirchner es, en esta coyuntura política, la oposición políticamente correcta al “neoliberalismo”; más claro, la oposición ornamental que todo gobierno precisa para mantener el entusiasmo de sus partidarios sin que se note demasiado que defiende los intereses egoístas de una clase especifica de la sociedad. Parafraseando a Lenin, Macri puede afirmar que “El macrismo es la etapa superior del kirchnerismo”.

La dirigencia comandada por Cristina es incapaz de luchar contra el ajuste en curso, en el caso de Santa Cruz lo demuestra, aunque sea en el terreno de las reivindicaciones económicas más elementales (despidos, reducción de salarios, etc.). Si algo caracterizo a Cristina durante su carrera política fue una actitud de menosprecio, hacia las demandas obreras elementales (el ejemplo más claro es su crítica a los docentes durante el  discurso de apertura en el Congreso en 2012). El kirchnerismo llegó al gobierno con el objetivo de restablecer la confianza en las instituciones capitalistas erosionada por la crisis de 2001; ello lo obligó a realizar concesiones a los trabajadores y demás sectores populares. Pero Cristina jamás se sintió cómoda con las cuestiones obreras.

En la coyuntura actual, donde los trabajadores sufren el peso principal de la ofensiva de la crisis capitalista, Cristina ha permanecido callada ante las decenas de miles de despidos y el empeoramiento de las condiciones laborales.

La historia reciente del kirchnerismo lo coloca en mala posición para enfrentar el ajuste. Cristina asumió su segunda presidencia en 2011 e intentó durante los primeros meses imponer la “sintonía fina”, una política económica dirigida a implementar una versión moderada del ajuste de las tarifas de los servicios públicos. La política frente a la deuda externa del kirchnerismo consistió en pagar al contado todo lo que pudo (de ahí que Cristina haya podido vanagloriarse de ser “pagadora serial” de deuda externa) y en negociar con los acreedores para salir del default. En este sentido, el acuerdo con el Club de París (2014), llevado a cabo por el ministro Kicillof, puede figurar cómodamente en un ranking de negociaciones vergonzosas con los acreedores.

El éxito de Cambiemos requiere, paradójicamente, de la oposición del kirchnerismo. Macri necesita que Cristina sea su “enemiga”. Sólo así podrá aglutinar detrás de sí a los sectores que detestan al kirchnerismo. Al mismo tiempo, la presencia de Cristina como principal dirigente de la oposición asegura que el ajuste no será cuestionado seriamente en términos anticapitalistas.

La capacidad de movilización del kirchnerismo es innegable, así como el liderazgo de Cristina. Pero mucho más innegable es su papel lamentable frente al ajuste en proceso. La ausencia de alternativas de izquierda disimula su impotencia. En definitiva, esta ausencia representa la gran derrota de la clase trabajadora. Construir esa alternativa anticapitalista es el gran desafío que tenemos por delante los revolucionarios.

En conclusión las crisis capitalista mundial es evidente, y como no podía ser de otra manera afecta también a nuestro país; la lucha por la independencia de los trabajadores de toda política burguesa, así sea nacionalista de izquierda y vertientes burocráticas-estatistas pequeña burguesa de toda índole, debe estar más vigente que nunca.
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