01 septiembre 2017

Aparición con vida de Santiago Maldonado

ZSM-blanco


La desaparición de Santiago Maldonado produjo un verdadero terremoto en la política nacional. El macrismo, ganador en las PASO de agosto, no pudo disfrutar el éxito y se vio envuelto en una crisis de proporciones. Los medios de comunicación concentrados lanzaron una campaña histérica en la que no ahorraron disparates tales como la calificación de “terroristas” a los integrantes de la RAM (Resistencia Ancestral Mapuche). La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, hizo lo imposible por despegar a Gendarmería del secuestro y desaparición de Maldonado, contribuyendo así a que una parte importante de la opinión pública tomara partido por la causa del joven desaparecido. El gobierno intentó procuró prohibir que los docentes trataran el tema en los colegios, calificando de “adoctrinamiento” a esa actividad. Por último, en el día de ayer, las fuerzas policiales allanaron los locales de las organizaciones de izquierda en la ciudad de Córdoba, con el propósito implícito de amedrentar.
¿Cómo es posible que el caso Maldonado haya provocado todo esto?
En el secuestro y desaparición de Santiago a manos de la Gendarmería se cruzan tres cuestiones fundamentales de la política, que no suelen aparecer en el centro de la escena.
En primer lugar, está la propiedad privada de la tierra. Los mapuches de la Lof Cushamen, al ocupar las tierras de propiedad de Luciano Benetton, ponen en discusión el tema de la propiedad, base del sistema capitalista. La ferocidad de acción gubernamental (en el mes de enero pasado se realizó otro violento intento de desalojo de la Lof, en el que intervino la Gendarmería y la policía de la provincia de Chubut) no es producto de la “locura” de alguno de sus integrantes; es la respuesta lógica frente a quienes se atreven a negar el pilar de toda la organización social capitalista. Además, en un país donde la clase trabajadora sufre horrores para acceder a la vivienda, que un grupo pretenda resolver el problema mediante la acción directa genera un precedente peligroso.
En segundo lugar, está la cuestión de las fuerzas represivas. El Estado tiene por función primordial la preservación del orden capitalista, es decir, la vigencia de relaciones sociales basadas en la explotación de la clase trabajadora. Esto implica el uso de la violencia. La Gendarmería ha cumplido de un modo creciente el papel de fuerza de choque gubernamental en los distintos conflictos obreros. Donde hizo falta apalear a los trabajadores, siempre estuvieron los gendarmes. El gobierno de Macri está llevando adelante un ajuste que implica un gran deterioro de los salarios y las condiciones de vida de los trabajadores. ¿Cómo puede ir en contra de los gendarmes si los necesita para reprimir las luchas contra el ajuste? El Estado no es neutral en la lucha de clases; su lugar está siempre del lado de la clase dominante y el macrismo no es, por supuesto, la excepción.
En tercer lugar, está el control de la escuela como mecanismo de reproducción de la ideología dominante. La violenta reacción contra la difusión del caso Maldonado por muchos docentes (hay que recordar que el 24 de marzo es feriado nacional y que en los días previos se realizan habitualmente actividades en los colegios haciendo alusión al tema) sólo se explica por la intención de preservar el monopolio de la difusión de ideología a través de la educación formal. La escuela forma parte del Estado y éste no puede permitir que en ella se difundan contenidos que perjudiquen la dominación del Capital. Por eso se da la paradoja de que se acuse a los docentes de practicar el “adoctrinamiento” en el caso Maldonado, justo en una institución cuya función primordial es, precisamente, el adoctrinamiento.
En esta coyuntura, el macrismo no puede retroceder ni negociar. Es cierto que a lo largo del mes transcurrido desde el secuestro de Maldonado cometió no pocos errores. Por ejemplo, las repetidas apariciones de la ministra Bullrich en los medios de comunicación no hicieron otra cosa que arrojar nafta al fuego de la movilización popular. Sin embargo, el gobierno se ve empujado hacia adelante por una lógica que va más allá de las intenciones de las personas. La desaparición de Maldonado es consecuencia de un sistema en el que las fuerzas represivas tienen plena libertad para ejercer la violencia sobre los sectores populares. No es un “exceso”; es el resultado esperable de una política que alienta la práctica de la tortura y el “gatillo fácil” por las fuerzas policiales. El caso de Luciano Arruga, secuestrado, torturado y desaparecido por la policía bonaerense por negarse a robar para dicha fuerza de “seguridad”, es una muestra cabal de la lógica del sistema. El ajuste potencia esa lógica represiva. En este punto cabe recordar que, desde el inicio del estancamiento económico en 2011, se produjo un ascenso de la represión, del que son ejemplo las represiones a los trabajadores practicadas en la Panamericana por el gobierno kirchnerista.
El gobierno intentó tapar la desaparición de Maldonado. Fracasó. Luego procuró embarrar la cancha, plantando evidencia falsa que sugería que Santiago nunca había estado en la Lof. También fracasó. La causa de los desaparecidos sigue movilizando a vastos sectores de las clases medias y de los sectores populares, y la reacción frente al caso Maldonado fue importante. La movilización en las calles y las actividades en las instituciones educativas impidieron que el macrismo cumpliera su propósito. La magnitud de la reacción popular puede medirse a través de indicadores indirectos, como el hecho de que Mirtha Legrand haya preguntado por Santiago a la ministra Bullrich.
Hoy se realizarán marchas en todas las ciudades del país reclamando la aparición con vida de Santiago y el castigo a los culpables. El gobierno sabe que está en un momento complejo. Cuenta a su favor con el consenso favorable a la represión entre parte de las clases medias y de la clase trabajadora, construido sin prisa y sin pausa desde hace muchos años por los medios de comunicación. Como indicamos, el Estado no puede prescindir de su misma esencia, que es el uso de la violencia para mantener la explotación de la clase trabajadora. Por eso la pulseada será grande.
Nosotros no podemos retroceder. La lucha por la aparición con vida de Santiago Maldonado y el castigo a los culpables es una lucha por el sentido común de la sociedad. El Estado y la burguesía vienen llevando a cabo un trabajo serio, permanente, cuyo objetivo es instalar la naturalización de la represión a las luchas populares. Hasta ahora tienen éxito, habida cuenta que las luchas obreras durante 2017 fueron primero aisladas y luego derrotadas (Ejemplo: AGR, docentes, UTA-Córdoba, etc.). Ninguna de esas luchas contó con un acompañamiento popular capaz de torcer el curso de las cosas. Las represiones fueron apoyadas por un importante consenso popular. Éste es el sentido común al que me refiero y él constituye una de las condiciones para lanzar la ofensiva sobre los trabajadores. Primero nos hacen creer que no sirve de nada luchar y luego se lanzan al ataque sobre los derechos de los trabajadores. Aceptar el secuestro y desaparición de personas implica dejarnos inermes frente a la acción estatal.
La clase trabajadora está obligada a salir a las calles, pues es una causa que involucra a todos. Es imposible luchar por la mejora de nuestras condiciones de vida si no existen garantías democráticas. Hoy más que nunca tenemos que practicar la unidad en la acción.
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Nota publicada originalmente en el blog de la Revista Propuesta Marxista bajo el titulo de SANTIAGO MALDONADO (RPM) el 1 de septiembre de 2017. Escrito por Ariel Mayo quien es sociólogo y docente y autor del blog Miseria de la sociologia.

22 agosto 2017

En esta entrada quiero invitarlos a la presentación en el GBA de la revista Propuesta Marxista con charla debate que se realizara el 9/9 en la Universidad Nacional de Quilmes (Roque Sáenz Peña 352, Bernal, Buenos Aires).
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10 agosto 2017

Congreso Internacional en el 200 aniversario del nacimiento de Karl Marx




CALL FOR PAPERS
CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA
Congreso Internacional en el 200 aniversario del nacimiento de
Karl Marx

Bilbao, 1-3 de marzo de 2018
Departamento de Ciencia Política y de la Administración, Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU)
La crítica de la economía política no ha muerto. Como ciencia histórica y social, por un lado, estudia las relaciones que se establecen bajo la expansión del capitalismo a nivel mundial.

Su objeto tiene, por tanto, un carácter procesual y contingente. Como crítica del poder, por el otro, analiza la acumulación del capital, su dinámica y sus crisis, y aspira a ser el “más implacable misil que se haya lanzado nunca contra la cabeza de los burgueses” –en palabras del propio Marx. Una pretensión cuya legitimidad bien puede ser puesta en entredicho, pero cuyo potencial, cuyas consecuencias para la práctica y la organización políticas están aún por descubrir.

La obra de Karl Marx (1818-1883) trata de dar una respuesta científica y crítica a estas y otras cuestiones de nuestro tiempo, pero deja abierta la pregunta por el porvenir de la sociedad burguesa. En el segundo aniversario de su nacimiento, el Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), con la colaboración del grupo de investigación Parte Hartuz y de la fundación Betiko, organiza un congreso internacional dedicado al estudio y la discusión de la recepción de la obra de Marx y su influencia para la teoría revolucionaria.

Se aceptan propuestas de comunicaciones relativas a cualquiera de los siguientes temas:
1. Vida y obra de Marx

2. Historia de la recepción de su obra
3. La Crítica de la Economía Política: ¿una ciencia social?
4. Acumulación primitiva: pasado y presente
5. El modelo de acumulación actual: su dinámica y sus límites
6. Acerca de la (o las) crisis
7. Los antagonismos del siglo XXI
8. La teoría revolucionaria
9. Marxismo y feminismo
10. Marxismo y ecología
11. Marxismo y cuestión nacional
12. El Marxismo y la construcción de la Comuna

Condiciones
Las presentaciones pueden ser realizadas en euskera, castellano, inglés o francés. Todos los resúmenes deben estar redactados tanto en la lengua empleada para la presentación como en inglés.
Los resúmenes tendrán una extensión máxima de entre 250 y 300 palabras, incluirán
1) título, 2) autor(es) y 3) universidad o centro de investigación, y serán enviados por correo electrónico a la siguiente dirección:
ekonomiapolitikoarenkritika@ehu.eus

Comité organizador (provisional)
Iñaki Barcena Hinojal; Pedro Ibarra Güell; Pablo Sánchez León; Mikel Angulo;
Josu Mota; Andrea Bartolo; Eki Etxebarria; Jon Kortazar; Jon Bernat Zubiri

Fecha límite de recepción de propuestas: 15 de octubre de 2017
Notificación de admisión de propuestas: 1 de noviembre de 2017
Fecha límite de recepción de comunicaciones: 15 de enero de 2018
Más información:

08 julio 2017

Marxismo y la "segunda independencia"

El próximo domingo, 9 de julio, se cumplirán 201 años de la declaración de la independencia argentina. A raíz de una  conmemoración más de esta fecha, se multiplican desde el nacionalismo progre-izquierdista hasta la izquierda radical marxista, los llamados a luchar por una “segunda independencia”. El argumento central es que Argentina hoy está sometida a un dominio de tipo colonial (algunos grupos hablan de semicolonia, otros de neocolonia). En este amplio espectro de pensamiento existen, por supuesto, algunos matices y diferencias. Los militantes y organizaciones de izquierda (trotskistas, guevaristas, maoístas, entre otras) manifiestan que hay una doble explotación: la del país de conjunto y la explotación de la clase obrera por el capital. Y que la explotación nacional se mantuvo desde que Argentina se conformó como nación formalmente independiente, es decir, antes de 1816 hasta la actualidad. Por su lado el nacionalismo burgués o pequeño burgués, en cambio, no enuncia palabra alguna de la explotación de la clase obrera, y por otra parte, y mayoritariamente, afirma que el dominio colonial fue interrumpido entre 1946 y 1955, con los gobiernos de Perón; y entre 2003 y 2015, con los gobiernos de los Kirchner.


En cualquier caso, y por sobre las diferencias de enfoques históricos, el punto de partida es que en Argentina hoy está esbozada la tarea histórica de lograr la segunda independencia. Según esta concepción, estaríamos más o menos como antes del 9 de julio de 1816.

En futuras notas del blog  argumentare con más detalle -reanalizando una tesis que viene de Lenin, y que muy fue desarrollada en Argentina por diversos grupos, al menos desde los años 1960 - por qué observo que la demanda de una segunda independencia no tiene rumbo en la actualidad. Analizo algunos pasajes que sintetizan la posición. En primer lugar, sobre la noción de liberación nacional.

Sobre la liberación nacional

“El significado de la demanda de liberación nacional deriva de la naturaleza de la relación colonial o semicolonial, ya que se trata de obtener el derecho a la autodeterminación política y ‘a la existencia de un Estado separado’ (Lenin, 1916).
Por ende, es una demanda democrático-burguesa, del mismo tenor que otras reivindicaciones democráticas; por ejemplo, el derecho al voto, o al divorcio. La autodeterminación constituye un derecho formal, pero de consecuencias económicas, ya que la constitución de un Estado independiente termina con el pillaje y el robo del país sometido por medios extraeconómicos. Por eso también, la autodeterminación genera mejores condiciones para el desarrollo capitalista”(Lenin, 1916, las negrita son mías).

Un país que deja de ser colonia, o semicolonia, y se constituye como Estado autónomo pasa así al estatus de ‘dependiente’. Esto implica que el Estado tiene jurisdicción sobre su territorio: ‘En el momento en que una colonia ha luchado y conquistado su independencia política, se constituye nuevamente en una formación social propia’ (Sonntag p. 151 las negritas son mías). Sonntag sustenta que después de la independencia se continúa acumulando capital para la economía dominante (o las economías dominantes), pero también ‘debe iniciarse un proceso de acumulación interna y de reproducción ampliada de capital que tenga como objetivo el sustentamiento y la expansión interna de las formaciones sociales creadas, incluso cuando sea muy bajo su volumen’ (pp. 151-2)”.

Los pasajes que acabamos de exponer referidos son el folleto de Lenin “El imperialismo fase superior del capitalismo” y “Hacia una teoría política del capitalismo periférico” de Sonntag. Que recomendamos su lectura minuciosa a fin de que el lector saque sus propias conclusiones.

Dependencia económica y  agitación

Pero la liberación nacional no elimina la dependencia económica:

“Sin embargo, la autodeterminación nacional no elimina –ni puede hacerlo- la dependencia económica, que en el enfoque de Lenin, está asociada al predominio del capital financiero, y no puede desaparecer en tanto haya capitalismo” (véase Lenin 1916). Por tanto, la superación de la dependencia económica de un país atrasado es extralimitado lo que puede lograr una revolución nacional burguesa y democrática, o anti-imperialista. En fin, acabar con la dependencia no puede plantearse como tarea nacional burguesa y democrática. Por ejemplo, y siempre según el enfoque de Lenin, que coloca como ejemplo el caso de Noruega, al independizarse de Suecia, había alcanzado su liberación nacional, esto es, el derecho formal a ser un Estado independiente. Sin embargo, desde el punto de vista económico, continuaba siendo dependiente, y esto no podía ser de otra manera en tanto perdure el sistema capitalista. “Ninguna medida política puede prohibir un fenómeno económico’ observa Lenin. Noruega, Polonia y otros países atrasados podían acceder a la independencia política, pero esto no cortaría la dependencia del capital financiero. ‘La independencia de Noruega, lograda en 1905, fue solo política. No podía afectar su dependencia económica, ni era su intención” (Lenin 1916). Subrayaba que ‘la autodeterminación concierne sólo a lo político’, y no tenía sentido siquiera hablar de la imposibilidad de la autodeterminación económica’.

¿Puede plantearse una relación colonial?

Con respecto al caso específico que nos compete la independencia de  Argentina, las políticas desarrolladas por su clase burguesa dirigente, no se pueden sujetar con el esquema “relación colonial”.

“…en el caso de Argentina, se puede sostener que desde su organización nacional más o menos definitiva, en 1880, las políticas económicas y sociales no fueron impuestas por potencias extranjeras, ocupaciones militares o gobiernos instalados por ellas. A lo largo de la historia los gobiernos argentinos adoptaron muchas medidas que serían impensables dentro de una relación colonial, o semicolonial. Como botones de muestra, recordemos que en 1973 Argentina estableció relaciones comerciales con Cuba, la Unión Soviética y Polonia, y obligó a las multinacionales estadounidenses, a participar en ese comercio, contra los deseos de Washington; más tarde, la dictadura militar exportó trigo a la URSS, a pesar de la oposición de EEUU; en 1982 Argentina ocupó militarmente Malvinas; ese mismo año el país entró en cesación de pagos de su deuda; en 2001, defaulteó; desde 2005 el gobierno argentino se ha negado a realizar los informes anuales para el FMI; también en años recientes Argentina reconoció a Palestina como ‘Estado libre e independiente’, contra la posición de EEUU; actualmente el gobierno sigue sin regularizar su deuda con el Club de París; y negocia con China y otros países según sus conveniencias. Cualquiera de estas medidas era inconcebible en una semicolonia como lo era China de los años 1910”.

Bases empíricas de la dependencia

Con respecto a esto, es necesario señalar que la misma dinámica del desarrollo capitalista genera las bases materiales para las políticas de los países dependientes, no coloniales como sostiene la mayoría de la izquierda:

“A medida que los países se fueron liberando del dominio colonial y semicolonial –América Latina en el siglo XIX, la mayor parte de Asia y África en la segunda posguerra, y hasta los años 1970- se generalizó el modo de producción capitalista, y con él la participación de las burguesías de los países atrasados en el manejo de “sus” Estados. En consecuencia, las medidas económicas de estos gobiernos se deciden de manera creciente teniendo en cuenta la situación competitiva en que se encuentran los capitales locales y de qué manera pueden avanzar sus intereses, en el marco de relaciones económicamente desiguales. Esto comprende incluso a países cuyas luchas fueron ejemplos del combate antiimperialista y anticolonial. Por ejemplo, hasta 1975, el gobierno de Vietnam del Sur era un títere del imperialismo estadounidense, y por lo tanto podía considerarse que el país era una variante de semicolonia. Después de 1975, y con el triunfo sobre EEUU, Vietnam se unifica bajo el nuevo gobierno revolucionario. Pues bien, y contra lo que muchos esperaban (o esperábamos), en 1976 el gobierno vietnamita pidió el ingreso del país al Fondo Monetario Internacional y al Banco Asiático de Desarrollo, y aprobó leyes para fomentar las inversiones extranjeras. Pero no se trató de una imposición colonial, sino de la decisión de un país políticamente independiente. (…)

… el gobierno argentino de Cristina Kirchner está procurando atraer inversiones chinas, y no por ello es “lacayo” del imperialismo chino. Como tampoco lo es de Estados Unidos, aunque cierre acuerdos con Chevron, acate las sentencias del CIADI y negocie la deuda con el Club de París”.

Todo esto por supuesto no niega que existen presiones políticas y diplomáticas de los Estados más poderosos, y de los capitales internacionales, sobre los gobiernos de los países más débiles:

“En este punto, y a diferencia del planteo de Lenin, diría que esa dependencia económica no está asociada exclusivamente a la existencia del capital financiero internacional, sino al conjunto del capital –las grandes transnacionales abarcan también la industria, el comercio, la agricultura- y a la estructura desigual del modo de producción capitalista mundial. Naturalmente, los capitales más avanzados científica y tecnológicamente, y con mayor poder comercial y financiero, ejercen presión sobre los capitales más débiles; y los Estados nacionales más fuertes, asociados a esos capitales avanzados, tienen un poder de presión incomparablemente mayor que los Estados de los países atrasados. Por eso, así como EEUU presiona a los países latinoamericanos, Brasil hace lo propio con Paraguay y Bolivia (recordemos los conflictos en torno a Itaipú, o por los precios que paga Petrobrás a Bolivia); y también Argentina con Paraguay y Bolivia; o con Uruguay. Pero esto no significa que existan relaciones de tipo semicolonial entre estos países. Por ejemplo, Argentina presiona a Uruguay por la construcción del puerto de aguas profundas que alienta el gobierno de Mujica, sin que ello implique que Uruguay sea semicolonia argentina. Estas presiones derivan del modo de producción capitalista, y son ineludibles en tanto exista la propiedad privada y el mercado mundial”. (…)

Pensar que un país capitalista puede abstraerse de las relaciones económicas o modificar esta dinámica objetiva. La dependencia económica de los países atrasados con respecto a las grandes potencias no se puede eliminar con la liberación nacional como sostienen algunos, que atañe solo a lo político. Esta es una dependencia que está asociada al desarrollo internacional dispar de las fuerzas productivas. Por eso, un programa socialista que plantee esta salida sería reaccionario (en el sentido del atraso de la ciencia y la tecnología) si propusiera desarrollos autárquicos, y basados en los particularismos nacionales. Una “liberación nacional” tipo a lo Corea del Norte no es “liberación” en ningún sentido podría ser progresista  que mejorara las condiciones de vida de las masas trabajadoras, ni de las condiciones para acabar con toda forma de explotación capitalista, que es lo que en definitiva nos importa a los socialistas.

Explotación del país y clase obrera

Para finalizar en lo referente a la explotación sostenemos que no tiene sentido afirmar que Argentina es explotada por el imperialismo, (es decir. el conjunto de sus habitantes) no es el país son los trabajadores los explotados, esto es producto de la relación capitalista dominante: En esta explotación participan tanto los capitales nativos y foráneos como socios, según sus capacidades relativas.

Por solo nombrar a los explotadores, que tienen nombre y apellido estos son en Argentina los grupos Socma, Techint, Lázaro Báez, Bulgheroni, Clarín, Macro, Arcor, Pescarmona, Grobo y semejantes, no son los explotados, sino explotadores. Algo similar ocurre con los grandes grupos económicos mexicanos, chilenos, malayos, chinos o indios. Estos pueden estar asociados con capitales extranjeros, sean financieros, comerciales o productivos, pero no por ello están colonizados. Lo mismo se puede decir de los inversores argentinos (o de cualquier otro país dependiente) que realizan inversiones directas en otros países, o colocan fondos en los grandes centros financieros del mundo.

En conclusión, lo que plantea hoy la izquierda nacionalista burguesa y pequeña burguesa, nacional marxista o radical. Creemos que la tarea prioritaria debería partir de la liberación social de los explotados por el capital. La consigna tan levantada hoy sobre la “segunda independencia” solo nos empuja a la conciliación de clases y al nacionalismo de todo tipo.

Bibliografía:

Lenin (2008) Buenos Aires “El imperialismo fase superior del capitalismo” Ed. El libertador
SONNTAG Heinz RUDOLF “Hacia  una  teoría política del capitalismo” www.revistas.unam.mx/index.php/pde/article/download/44663/40320
Astarita, Rolando 2014 “Lenin, sobre dependencia y liberación nacional (1), (2), (3)”

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