No hay un capitalismo mejor
La lógica del capital es fácil de entender: el capital que no
se reproduce, que no da ganancias, se muere. Y si da ganancias, se
convierten en capital y tienen que amortizarse también al siguiente ciclo. El
capital engrosado con cada ciclo de beneficios necesita a su vez producir
nuevos beneficios y a falta de nuevos mercados -reales o ficticios, es decir,
creados a base de crédito- eso solo puede conseguirlo aumentando la
explotación. Hay dos formas de hacerlo.
- La
«ideal» según la propia burguesía es incorporar tecnologías que permitan
producir más con menos horas de trabajo, es decir, aumentar la explotación
relativa. En teoría eso permitiría aumentar salarios y aumentar los
beneficios al mismo tiempo, pero solo a condición de que el mercado
aumente también. Ese fue el motor de la expansión del capitalismo por todo
el mundo durante el siglo XIX. Pero desde hace un siglo ya no quedan
mercados «vírgenes». De hecho, el capital español cada vez tiene acceso a
menos mercados. La consecuencia inevitable es que la mejora tecnológica no
produce subidas de la masa salarial pagada en total, sino desempleo.
- La
otra forma es simplemente pagar menos por hora trabajada, bajando
salarios, firmando contratos por 4 horas que luego son de jornada
completa, haciendo horas extras no remuneradas, etc.
El primer camino es el de la robotización,
la digitalización, etc. El segundo el de la precarización.
Desde hace décadas, por todos lados reorganizan y reestructuran la organización
del trabajo, desvinculando al trabajador de lugares y equipos de trabajo,
servicios básicos, expectativas de contratación e ingresos estables. Nos
quiebran y atomizan para, al final, explotarnos más.
La precarización no es una política sino una necesidad del capital. Sus leyes no nos defenderán.
En España, hoy, uno de cada dos euros de crecimiento se va a
remunerar el capital. Así es como el capital ha salido de la
crisis… a base de empobrecernos y precarizarnos.
Por eso su legislación no va a protegernos. No subirían el
salario mínimo si al mismo tiempo no bajaran los salarios de los trabajos
cualificados. Nos pagan un poco más de mínimo, pero nos igualan a todos por
abajo de modo que en conjunto el capital paga menos. Con la crisis se han
perdido 30.000 millones en salarios, pero los beneficios han aumentado en
14.000 millones.
Los trabajadores no tenemos patria... ni sector
En todo el mundo nos llaman a cerrar filas con las
necesidades de tal o cual facción del capital: Salvar la industria
nacional, apoyar al pequeño comercio, descubrir unos
supuestos intereses comunes con el capital catalán, andaluz o venezolano. Pero
la verdad es que cuanto menos capitalizado está un sector, un país o una
región, más urgente es esa necesidad de incrementar la explotación en términos
absolutos para el capital.
Por eso el látigo de la juventud trabajadora, desde Berlín a
Buenos Aires pasando por la puerta de nuestra casa, es el sector servicios, el
menos capitalizado de los grandes sectores. Por eso los países y regiones con
capitales nacionales más débiles precarizan más y más rápido. Envolvernos en la
bandera regional o defender el sector sería ponernos la soga
al cuello.
Los sindicatos organizan la precarización
Por eso los sindicatos han sido y son los primeros agentes de
la precarización. En Navantia (astilleros) nos dicen que, sin contratos, sin
ventas, no tiene sentido luchar, que tenemos que supeditar nuestras necesidades
a la existencia de beneficios y aceptar trabajar -y cobrar- solo cuando la
empresa tenga pedidos. En el automóvil (Opel, Seat, PSA, Ford) organizan la subasta de
las condiciones de trabajo de las plantas. Nos venden que solo si aceptamos
turnos demenciales, salarios más bajos y contratos sin protección, podremos
ser competitivos con otras plantas de otros países… donde los
sindicatos les dicen exactamente lo mismo.
¿Que hacer?
Una de las ventajas de la precarización para
el capital es que nos atomiza y dificulta la lucha colectiva. Hoy nos contratan
una semana limpiando, dentro de un mes hacemos un turno cargando en una
almazara, un fin de semana lo salvamos sirviendo en bodas y si hay suerte,
nos contratan para una campaña de teleoperadores tres meses. Somos
intercambiables, flexibles… y si por ellos fuera, estaríamos
completamente aislados, esperando sin ver a nadie a que se dignen a
explotarnos.
Por eso lo primero que tenemos que hacer en todos lados, es
romper la divisoria entre fijos y temporales, entre contratados por la empresa
y subcontratados, entre un sector y otro, entre una empresa y otra. Todos somos
trabajadores, todos somos más o menos precarios y si nos ponemos a ver quién
está peor, acabaremos todos por debajo del mínimo de supervivencia para mayor
gloria del capital nacional y su competitividad. Tenemos que movilizarnos todos
juntos, como clase, y colectivamente controlar cada conquista que hagamos.
Por una movilización de todos los trabajadores juntos contra la precarización y el paro
Asambleas sin divisiones de contrato o empleador en las empresas de cierto tamaño, asambleas de trabajadores de barrio en la hostelería y el pequeño comercio.
Fin del destajo, el trabajo sin contrato y las horas extras.
Reducción de la jornada máxima a 30 horas semanales con el mismo neto mensual.
-